El reconocido Cristo de la Habana, figura como una obra de gran importancia dentro de las estatuas más asombrosas y esculturales existentes en la Habana, debido a su excelente labor en mármol de Carrara realizado por la experta cubana Jilma Madera, es una obra similar al Cristo de las Noas, y al Cristo Redentor por su estructura y fe religiosa.
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Cristo de la Habana
La grandísima e importante obra del Cristo de La Habana es una gigantesca estatua que personifica a Jesús de Nazareth como Sagrado Corazón, este trabajo fue creado por la talladora cubana Jilma Madera. Es una creación hecha en finísimo Mármol de Carrara, material especial usado para trabajos de otras esculturas de mucha importancia también, se cuenta además que esta obra, es de alrededor de 20 metros de altura.
Y, que la misma se asienta sobre una plataforma de 3 metros, donde específicamente su creadora, se encargó de reservar objetos distintivos de la época. Su peso durísimo es de alrededor de 320 toneladas. Esta edificación está hecha con 67 trozos los cuales fueron trasladados desde Italia, ya que fue perfectamente tallada en Roma, donde además fue favorecida por el Papa Pío XII.
Es preciso destacar que este es un trabajo que se encuentra alojado en el pueblito de Casa Blanca, en el área de Regla, obra que fue dispuesta y ubicada en la pendiente de La gran Cabaña el 24 de diciembre, en la víspera de la Navidad, del año de 1958.
Fue un evento realizado el 8 de enero del año de 1959, a quince días después de que el ciudadano Fidel Castro llegara a La Habana triunfante de haber derrocado a través de la Revolución cubana, al ciudadano Fulgencio Batista quien era gobernante en ese entonces. Esta obra ha sido impactada diversas veces por rayos.
Cabe destacar que el 25 de diciembre del año de 1958, esta obra fue favorecida aun contra su voluntad por el cardenal Arteaga, por decisiones del absolutista Fulgencio Batista, ya que había muy mala relación entre la iglesia y el gobernante, quien esperaba que al construir una obra de esta magnitud ganaría el favor del pueblo.
Después del año de 1959, esta obra fue un trabajo que quedo casi en total abandono, por estar precisamente en una zona militar, hasta que en la temporada de el año 90, lo que se consideraba libertad de religión juntamente con el turismo, tomaron la rienda de sacar este monumento de su asolado estado y sacarlo a relucir, como lo que era una estatua con valor y significación habanera.
Y ya para el año de 1.996, en periodo de semana santa se realizó una actividad denominada viacrucis por ciertos individuos católicos, quienes le dieron el verdadero valor que este trabajo representa. Esta obra se encuentra a 51 metros sobre el nivel del mar, esta altura es lo que conlleva a que los residentes del lugar, puedan visualizar la estatua desde diversos ángulos de la ciudad.
Puede notarse que esta efigie de Cristo, fue trabajada para estar de pie, con una mano levantada en señal de bendición, mientras que con la otra mano posada sobre su pecho, mira hacia la ciudad, sus ojos pareciesen mirar a todos lados. Es asombroso, porque desde allí se puede visualizar toda la ciudad de la habana.
Construcción
Se denota que la experta Jilma viajó a Italia, con el fin de permanecer allí unos dos años, para tratar todo sobre el sistema de todo lo alusivo a la construcción de esta estatua. Un período de trabajo intensificado, que a su vez fue muy adecuado, trabajo en el que Jilma se encargó de preparar todo su equipo de trabajo para realizar la labor que previamente esperaba la cristalización de cada punto pautado, con todo su arte y planificación.
Ya una vez que la experta obtuviese la investidura del Papa Pío XII, inició su gran labor y gran experiencia. El navío que transportaba las piezas, que venían todas completas y muy bien organizadas, se denota que viajó desde el mismísimo ancladero de Marina, en Carrara, a mediados del año de 1958.
Montaje
La ensambladura de esta obra fue en la primera temporada del mes de septiembre del año de 1958, era de tal magnitud que requirió la labor bien fortalecida de 17 hombres vigorosos, que a su vez fuesen ayudados por una gran grúa.
Puede notarse que la obra reposa sobre un montículo que tiene una profundidad de tres metros, y que además se construyó en su centro una estructura en la cual se fabricó una gran armadura que fue forrada por barras de hierro que se lograron amalgamar en el centro, donde se insertó una columna de acero para lograr la cabeza.
Por lo que cada segmentación de mármol se unió con sistemas de amarres totalmente acerados, los cuales fueron atados a la estructura principal, para luego pasar a rellenar los espacios con concreto armado, el hormigón se arrojó después de haber verificado la medida y modificación de cada capa uniforme.
Es interesante recalcar que en medio de su trabajo, no incluyó al momento de instalar la estatua un sistema de pararrayos, que la librasen de los impactos ocurridos por las fuertes tormentas, que casi siempre sufren los monolitos en estas temporadas.
Esta obra fue impactada varias veces por los fuertes tifones, que causaron estragos y deterioros en la estatua, para ello se contó con la plancha de Mármol que la escultora Jilma trajo cuando regresó de Italia, hacia la Habana Cuba, para subsanar este tipo de situaciones, ella fue quien hizo esta escultura, y por lo tanto supo como cubrir esas partes que eran dañadas por las tormentas eléctricas, caso que se presentó en el año de 1961.
El fuerte golpe lo sufrió la pieza número 67, que es precisamente el segmento posterior decisivamente de la cabeza. Por lo cual Jilma, se hizo de la colaboración de los agentes especializados para atender ese tipo de eventualidades, y con la valiosa ayuda de su vehículo que le dieron un gran avance, donde trepó y cambió el segmento destrozado.
Guardando a la esperanza de que la lluvia no invadiera y oxidara dentro del marco de hierro. ya que si le entraba agua la dañaria oxidandola. Independientemente de la labor que pudo realizar con prontitud, el resolverlo le llevó alrededor de cinco meses, porque era un trabajo que requería tiempo y disposición de días y hasta meses.
Cabe destacar que no todo se acabo allí, pues, al año siguiente, esta imperiosa obra sufrió un segundo impacto que le sacudió una vez más la cabeza, y un tiempo después, en el año de 1986, ocurrió el tercer impacto. Por lo que esto les hizo realizar las reparaciones requeridas y colocar un sistema de pararrayos para que protegiera al Cristo.
Puede notarse la imagen de un Cristo que sigue en pie, con una mano sobre su pecho, que a su vez extiende su otra mano en señal de bendición. En virtud de su altura, el Cristo de la Habana puede verse desde diferentes lugares de la gran ciudad. Y por lo tanto se disfruta la vista de una gran obra creada para aprecia, por su estructura, diseño.
En fin valora el trabajo de una experta que a pesar de ser una mujer demostró ser muy útil e inteligente al hacer esta gran obra arquitectónica de gran renombre. Así como también el área de los enormes barcos y las pequeñas embarcaciones que trasladan los pasajeros a los distintos lugares de la Bahía.
Ubicación
Esta extraordinaria obra se encuentra ubicada, específicamente entre la ciudad de Casablanca y el baluarte de San Carlos de la Cabaña, es un trabajo que ganó su puntaje como obra aceptada entre los residente cubano y fue presentada el 25 de diciembre del año de 1958 como un trabajo importante de mucho valor para los residentes de Cuba.
Inauguración del Cristo de la Habana
Fue presentado como obra majestuosa el 25 de diciembre del año de 1958, bajo el mandato de Fulgencio Batista, quien hizo acto de presencia. Es de resaltar que su esposa jamás pensó, ni siquiera imaginó, que una vez que fue cumplida su promesa de levantar una gran obra de Cristo, el mandato de su esposo Batista solo duró unos días más, para ser específicos, una semana y cayó ante el temerario avance de la Tropa Revolucionaria y la gran aclamada victoria en el año de 1959, el 1 de enero.
Restauración
Fue una obra que a mediados del tiempo necesitó no solo mejoras por el deterioro que sufrió, a causa de los tantos tifones que le causaron impactos duros y fuertes, sino también restauraciones, dándose como primera la que fue hecha en el año de 1961 por la propia escultora Jilma, la segunda restauración se considera que fue realizada a finales de los años 80.
La cual fue trazada por la recaudación de diversas entidades de carácter religioso quienes fueron las responsable de este propósito recaudatorio, hasta completar todo el proceso de ejecución. Ya para el año de 2012 se estableció una nueva remodelación de esta gran obra, por motivo de derrumbamientos, que son casos muy previsibles y que la Habana Cuba siempre estuvo pendiente para tratarlos con premura y precision.